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Microsoft sube el precio de Game Pass un 50%: la CMA ya lo había anticipado

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Microsoft sube el precio de Game Pass: la advertencia de la CMA se cumple

La estrategia de Microsoft con Xbox Game Pass siempre se presentó como una revolución en el consumo de videojuegos: acceso ilimitado a cientos de títulos, lanzamientos de día uno y un ecosistema conectado entre consola y PC. Sin embargo, lo que comenzó como una propuesta disruptiva de valor ha terminado confirmando los temores de algunos reguladores.

El pasado 1 de octubre, Microsoft anunció una subida del precio de Xbox Game Pass Ultimate de 19,99 dólares a 29,99 dólares al mes en EE.UU. (26,99 € en Europa). En el caso de PC, el plan también sube, pasando de 11,99 $ a 16,49 $. Además, los planes “Core” y “Standard” han sido sustituidos por nuevas modalidades denominadas “Essential” y “Premium”.

Una subida del 50% que rompe con el discurso inicial

 

 

El incremento del 50% en Ultimate supone la mayor subida de precios en la historia del servicio. En su momento, Microsoft defendía que la compra de Activision Blizzard no afectaría negativamente al consumidor y que incluir franquicias como Call of Duty o Diablo en Game Pass representaría un beneficio directo. Hoy, dos años después, la realidad es distinta: el catálogo se amplía, sí, pero a un precio considerablemente más alto.

La CMA ya lo anticipó

La Competition and Markets Authority (CMA) del Reino Unido fue uno de los reguladores más escépticos con la operación de compra de Activision Blizzard. En su informe final de 2023, la CMA dejó por escrito:

“We would also expect Microsoft to have the incentive to increase the price of Game Pass commensurate with the value enhancement of adding Activision’s valuable content to it, and we found that even a modest price increase would significantly reduce or eliminate any potential RCB.”

En otras palabras, la CMA anticipó que Microsoft tendría el incentivo natural de subir el precio de Game Pass en cuanto integrara el catálogo de Activision. Para el organismo, incluso un aumento “modesto” sería suficiente para reducir o anular los “beneficios para el consumidor” que Microsoft utilizaba como principal argumento de defensa.

Con la subida actual, este escenario se cumple exactamente como había sido pronosticado.

El delicado equilibrio del modelo de suscripción

El caso de Game Pass abre un debate mayor: ¿es sostenible el modelo de suscripción aplicado a videojuegos? Mientras en el sector audiovisual hemos visto un fenómeno similar —con Netflix, Disney+ y Amazon Prime subiendo precios tras captar millones de usuarios—, en los videojuegos la ecuación es más compleja.

  • Los costes de desarrollo se han disparado: un AAA puede superar fácilmente los 200 millones de dólares.

  • El valor percibido por el consumidor depende de la novedad: títulos de catálogo no justifican por sí solos un precio premium.

  • Microsoft, al adquirir Activision Blizzard por casi 69.000 millones de dólares, necesita rentabilizar la inversión en un horizonte relativamente corto.

Riesgos para la industria

La subida de precios tiene varias consecuencias:

  1. Descontento entre los usuarios: el atractivo inicial de Game Pass era precisamente su relación calidad-precio. Perder ese diferencial puede provocar cancelaciones.

  2. Presión sobre la competencia: Sony y Nintendo pueden usar esta situación como argumento de peso para defender su modelo de exclusividad y ventas tradicionales.

  3. Normalización de precios altos en suscripciones: si Game Pass marca la pauta, el mercado podría acostumbrarse a precios más cercanos a 30 € mensuales, alejándose de la accesibilidad que impulsó su éxito inicial.

Un arma de doble filo

Desde la perspectiva empresarial, la decisión de Microsoft tiene lógica: no puede sostener indefinidamente un modelo de “todo incluido” sin ajustar el precio. Sin embargo, la percepción pública es otra: muchos jugadores sienten que han sido “atraídos” al ecosistema con precios bajos, para después enfrentar subidas abruptas una vez consolidado el servicio.

Conclusión

La subida de precio de Game Pass marca un punto de inflexión. Lo que comenzó como la gran apuesta de Microsoft por el futuro del gaming se enfrenta ahora a su prueba más dura: demostrar que los jugadores están dispuestos a pagar un precio premium por un catálogo que, aunque amplio, no garantiza siempre el acceso a los lanzamientos más deseados.

Lo más irónico es que la CMA, en 2023, ya anticipó este desenlace. Hoy, dos años después, sus advertencias resuenan con fuerza. La historia de Game Pass deja una lección clara: en el negocio de las suscripciones, la promesa inicial de accesibilidad rara vez se sostiene en el tiempo.

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